Tengo cuarenta años, estoy en Francia y tengo mi primera cita en mucho tiempo.
¡No me puedo creer que esté en la Costa Azul y que vaya a aprender francés con un hombre maravilloso! Jacques está haciendo que me vuelva a sentir joven, sexy y especial. Me ha llevado por toda la costa, desde Niza hasta Mónaco. Me siento como una superestrella y no como una cansada y madura mamá. No cambiaría este sentimiento por nada del mundo. Ahora, sólo tengo que decidir qué ponerme en nuestra primera cita formal. Vaya… ¿será posible que la vida empiece a los cuarenta?
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