De adolescentes habían coqueteado, aunque nunca pasaron de ser amigos. Cuando Mac volvió a casa años después, Ruth y él se dieron cuenta de que aquel inocente coqueteo se había trasformado en una ardiente pasión.
Ruth necesitaba un hombre capaz de comprometerse y Mac, despechado, no era el candidato ideal. Ella se centró en su trabajo de enfermera, pero las necesidades de sus pacientes no hacían más que reunirlos y, finalmente, hicieron que cayera en sus brazos.
Y ese era el mejor lugar para que Mac pudiera convencerla de que confiara plenamente en él… para siempre.
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